ENTRE EL BIEN Y EL MAL

Desde los tiempos más remotos, el hombre se debatió entre el bien y el mal.

De acuerdo a su evolución espiritual, tenia mas o menos libre albedrío y menos dominio karmático por la ley de causa y efecto. Dios impuso en el cosmos infinito unas leyes que rigen la creación y la evolución del ser humano.

Todos los seres vivos siguen esas leyes, unos conscientes y otros de una manera inconsciente.

Mientras mayor es la conciencia, menos errores se cometen, mientras la persona es más ignorante de las leyes divinas, mas errores comete y mas se enreda en la compleja madeja karmática y su vida se verá marcada, reencarnación tras reencarnación por las deudas contraídas.

Por su falta de obediencia a las leyes espirituales, pagan con dolor y gran sufrimiento su ignorancia.

Mientras mas conscientes estemos de la evolución espiritual y sus leyes, más libre albedrío tendremos, para manejar nuestras vidas y más dominio sobre la vida que llevamos, tratando de crear el mínimo de karmas y mas bien ser merecedores de dharmas o sea lo bueno de la vida. Si queremos llevar una vida cómoda y feliz, nosotros mismos somos los forjadores de nuestro destino, y no podemos culpar a Dios o a los demás por nuestros errores y fracasos, por lo malo que nos sucede, pues solo nosotros mismos, somos los responsables y nadie más, tanto de las cosas buenas o malas que nos suceden.

El hombre desde el principio de la creación, se ha debatido entre dos fuerzas el bien y el mal, esa ha sido y es la máxima prueba del creador, pues si no existiera el libre albedrío en cada ser humano, para escoger entre lo bueno y lo malo, ¿cual sería el mérito evolutivo? Si todos nos viéramos obligados a ser buenos constantemente, no tendríamos ninguna recompensa, pues no tendríamos que elegir entre las dos fuerzas positivas o negativas.

Han pasado millones de años, se han derrumbado cientos de civilizaciones, imperios poderosos, han sucumbido y caído como torres de naipes.

Hoy en día, el hombre se sigue debatiendo entre el bien y el mal. Pareciera que nada ha cambiado internamente o quizás hubo un cambio, pero muy pequeño. A nuestro alrededor han variado las cosas, la ciencia, el conocimiento de nosotros mismos y del cosmos ha avanzado realmente mucho más. Pero el hombre espiritualmente, ha cambiado muy poco o casi nada.

El hecho de asistir a cursos, charlas, conferencias, leer libros esotéricos, ver películas de corte espiritual o extraterrestre, no nos hará más espirituales ni mejores hombres o mujeres. Si no asimilamos los conocimientos y si no hacemos conciencia de lo que hemos aprendido y lo aplicamos en nuestras vidas no nos hará más espirituales ni mejores de lo que somos. Saber a nivel intelectual, es almacenar conocimientos. Pero estos, no nos sirven de nada si no los aplicamos.

Cuando debemos de elegir entre actuar positivamente o negativamente, entran en juego nuestros intereses personales, las conveniencias propias, en la mayoría de las veces, sacrificamos el bien por conveniencias y actuamos mal inclusive a conciencia. Debe de suceder un cambio violento que sacuda la conciencia de los hombres, para que realmente suceda una transformación trascendental en el camino evolutivo de los hombres, sobre la faz de la Tierra.

Seres superiores, nuestros creadores, nos han programado y limitado en nuestras facultades teniendo que utilizar una parte ínfima de nuestro potencial mental depende de nosotros y a nivel  consciente recuperar lo que por ley nos corresponde y pertenece, La vida es una guerra, a la que venimos a lidiar con las cosas materiales y espirituales, en un devaneo interno y externo que se convierte y entremezcla en un maremagnum y nosotros en el centro.

Debemos de aprender, a mantenernos a flote entre lo que queremos, lo que debemos y lo que podemos.